La pareidolia es la capacidad del ser humano de reconocer figuras animadas en objetos inanimados.
Se trata de algo que todos hemos hecho en un momento u otro de nuestra vida. A veces es algo buscado y otras nos sorprende, se nos presenta ante los ojos sin que lo busquemos. Y nos hace reír, o nos hace suspirar, o nos da miedo…
Pareidolia deriva del griego eidolon (‘figura’ o ‘imagen’) y del prefijo para- (‘junto a’).
Ocurre, por ejemplo, cuando vemos formas de animales en las nubes, o rostros o cuerpos humanos en los perfiles de las montañas, la parte delantera o trasera de un vehículo (los faros representarían los ojos, la parrilla la boca o la dentadura y el parabrisas la frente o la cabeza), en edificios, en frutas, en troncos de árboles…
En cualquier objeto puede surgir la pareidolia. Podéis buscar ejemplos en internet, son muy divertidos y pasaréis un buen rato, os lo aseguro.
Parece que es un juego de niños (y ciertamente lo es: la delicia y la diversión de encontrar caballos, delfines y pájaros en las nubes tumbados en la hierba cualquier tarde de primavera), pero ¿cuántos de nosotros no hemos hecho lo mismo de mayores?
La ciencia dice que es una condición psicológica que ocurre en el cerebro, que, para ahorrarnos tiempo, hace algún tipo de predicción sobre lo que ve, buscando, como en una base de datos, formas conocidas ya existentes en la memoria. Es decir, el cerebro humano está «cableado» para reconocer rostros.
Colin Palmer, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Nueva Gales del Sur, lo ha estudiado a conciencia. Al hablar de la pareidolia facial, dice que, si bien todos los rostros humanos tienen diferencias, también comparten características comunes, como la disposición espacial de los ojos y la boca. «Este patrón básico de características que define el rostro humano es algo con lo que nuestro cerebro está particularmente familiarizado, y es probablemente lo que atraiga nuestra atención sobre los objetos de pareidolia. Pero esta percepción no se limita solo a percibir una cara; también necesitamos reconocer quién es esa persona y leer la información de su rostro, como, por ejemplo, si nos presta atención, está feliz o molesto».
En el proceso intervienen partes del cerebro que están especializadas en extraer ese tipo de información, lo que viene a decir que la pareidolia no es otra cosa que producto de nuestra evolución.
La ciencia lo tiene que explicar todo. Vale, está bien. Me gusta la ciencia, pero también me atrae no saberlo ni poder explicarlo todo y dejar que las cosas sean un poco más vagas, menos concretas, menos razonables.
Para mí, parte del encanto de la pareidolia es ese afán de buscar sentido a las cosas para que las formas que creemos ver logren explicarnos algo, definan una idea o nos arrojen luz sobre algo que no entendemos o, simplemente, desconocemos.
Muy interesante. Me ocurre continuamente, sin proponérmelo. Nunca supe que el fenómeno tuviese un nombre. Gracias por la información 😊