El sábado 26 de septiembre de 2020 recogí, ilusionada, orgullosa y agradecida, el prestigioso Premio Ateneo-Ciudad de Valladolid, promovido por el Ayuntamiento y el Ateneo de la ciudad, por mi novela «Regreso». El acto se celebró en el Círculo de Recreo de Valladolid, en el marco de la 53.ª edición de la Feria del Libro de la ciudad, y a él acudieron, entre otros, el alcalde de Valladolid, Óscar Puente; el presidente del Ateneo de Valladolid, Celso Almuñia; la secretaria del jurado, María Aurora Viloria; la directora de la Sección literaria del Ateneo, Angélica Tanarro; y el poeta Pedro Ojeda, ambos miembros del jurado.

Lo dije en el pequeño discurso que pronuncié: la obra es un homenaje a una generación de mujeres que ahora son septuagenarias y que vivieron unos tiempos que en muchos aspectos no se parecen en nada a los tiempos que ahora vivimos. «No es, por tanto, una reivindicación feminista, sino un homenaje sincero y cariñoso a las mujeres de esa generación, como mi madre y mi suegra», dije. Y es cierto porque la novela aborda un pequeño viaje de dos hermanas septuagenarias del que vuelven transformadas. Un viaje físico, pero también emocional, sanador y transformador.