Estoy de mudanza. Llevo días recogiendo con mimo y cuidado mis cosas: mis libretas y mis cuadernos (muchos y muy variados), mis bolígrafos, mis lapiceros, mi calendario, mi botella de cristal rosa, mi estuche, mi PC y mi portátil.
Llevo tres años viviendo en una habitación preciosa y ha llegado el momento de trasladarme a mi propio piso, un lugar nuevo que, sin embargo, ya siento como mío. Dejo mi luminosa habitación limpia y ordenada. En ella he escrito, he soñado, he conocido a personas maravillosas, he recibido sorpresas; he dado lo mejor de mí también.
En el piso, que poco a poco voy amueblando, espero que suceda lo mismo: seguir escribiendo a la luz que entre por las ventanas, seguir soñando, seguir conociendo a personas maravillosas… Dar y recibir.
Este nuevo espacio se llama http://www.elenahernandezescritora.es.
Este espacio seguirá acogiendo a La Primavera de los Cerezos, no con la vestimenta que muchos de vosotros conocéis, pero con el mismo espíritu: un blog literario donde de forma periódica seguiré compartiendo con vosotros relatos, cuentos, palabras, historias, reflexiones… También encontraréis cosillas que os cuente sobre otras iniciativas literarias en las que he participado o participaré, el recorrido que va teniendo mi novela «Regreso» y quién sabe si algún destello de esa segunda novela que, de momento, solo anida en mi cabeza.
La Primavera de los Cerezos no me ha traído más que cosas bonitas y buenas. Durante estos tres últimos años me ha permitido escribir de manera constante prácticamente cada semana (más de 120 relatos y entradas), he aprendido a conocerme mejor, he reflexionado sobre los temas que me interesan, he inventado un montón de personajes y situaciones, yendo —como me gusta hacer porque si no le encuentro sentido— de lo grande a lo pequeño. Muchos hombres y mujeres que pueblan mis historias y que no son más que un reflejo de mí misma. Con ellos me he emocionado y me he reído. Mucho, a veces. Forman parte de mi ADN literario. No digo que todos los relatos sean buenos, por supuesto, pero todos me han servido para algo.
Echo un último vistazo a mi habitación, sonrío al acordarme de cómo se creó, cómo llegó el nombre perfecto y me asombro de haber llegado tan lejos. Pero es un traslado gozoso, porque el nuevo espacio es precioso.
Entro en él y algo se mueve en mi estómago y acelera los latidos de mi corazón. La puerta está bien abierta para que entréis cuando queráis. No hace falta que llaméis ni que aviséis. Allí seguiremos compartiendo muchas palabras, muchas historias, muchos personajes y situaciones. Muchos sentires. Seguirán creándose nuevos lazos y nuevos puentes.
El aire y la luz entran por las ventanas y en mi nuevo rincón ya están colocados mi mesa, mis libretas y mis cuadernos (muchos y muy variados), mis bolígrafos, mis lapiceros, mi calendario, mi botella de cristal rosa, mi estuche, mi PC y mi portátil.
Estáis invitados a mi nuevo hogar. Sois todos bienvenidos.