Saltar al contenido
Inicio » La Primavera de los Cerezos » Detrás de la palabra: Rubatosis

Detrás de la palabra: Rubatosis

 

«La perturbadora conciencia de los propios latidos, cuyas tenues pulsaciones musculares se sienten menos como un metrónomo que como una nerviosa cantinela que el corazón se está tocando a sí mismo o como la forma en la que las personas murmullan para sí, mientras caminan en la completa oscuridad, como para casualmente recordarle al mundo exterior: “Estoy aquí, estoy aquí, estoy aquí”».

 

Esta definición es tan maravillosa que casi parece un insulto añadir nada más. Pero quién se resiste a hablar de sus propios latidos…

 

La palabra «rubatosis» y otras muchas han sido inventadas y escritas por el diseñador, editor y artista gráfico John Koenigs, creador de la web Diccionario de los dolores oscuros en la que desde hace unos años compila palabras sobre emociones y sentimientos que experimentamos, pero que, simplemente, no tienen un término propio para poder referirnos a ellas.

 

Según Koenigs: «Cada palabra, en realidad, significa algo etimológicamente y han sido construidas a partir de una docena de idiomas y jergas populares actualizadas, para que así tengan una construcción de varios idiomas y todos estemos presentes en ellas. Cada definición original pretende llenar un hueco en el lenguaje para dar un nombre a las emociones que todos podríamos experimentar».

 

La idea en sí me parece extraordinaria. Cuántas veces, para explicarse uno lo que siente, tiene que hablar y hablar o escribir y escribir páginas cuando con una palabra, sea o no inventada, podemos condensar toda una vivencia. No es fácil, a veces, desmenuzar un estado. Uno puede estar alegre y nostálgico al mismo tiempo, o triste y aliviado, o pensativo, agobiado y disperso… Las combinaciones son infinitas, tanto como el sentir del ser humano, tan complejo y fascinante.

 

Esta que nos ocupa, rubatosis, me agrada especialmente. No el término en sí, que me remite a enfermedad o infección, sino esa perla de definición donde el autor habla de los propios latidos que el corazón toca como una cantinela para sí mismo o como ese murmullo de algunas personas para mostrar que están, que existen, que son.

 

Me gusta prestar atención a mi propio latido y escuchar su canción, que a veces suena fuerte y casi me atruena y otras se convierte en una estela silenciosa y elegante que suaviza su movimiento hasta casi pasar desapercibida. Yo la siento, sé que está; acompaso la respiración a su cadencia un día al despertar o una tarde en medio de la acera cuando se hace un poco de silencio, uno de esos paréntesis que nos regala la vida para que nos demos cuenta de que cada latido es un nuevo latido.

 

Una especie de murmullo, como bien dice Koenigs, no sé si para recordarle al mundo exterior que estoy aquí o para recordarme a mí misma que cada latido es, en definitiva, un soplo de aire fresco, una nube que flota encima de mi cabeza, la pena por la marcha de una amiga, el roce de una mano, el aroma del jazmín, una frase bella, unos ojos entrecerrados, una risa que explota, el pelo alborotado por el viento, un pensamiento que da vueltas sin parar, la arena de la playa entre los dedos de los pies, un suspiro que se escapa, las migas de un bocadillo de tortilla, un abrazo tan largo que casi te quieres quedar a vivir en él, el rastro de espuma de cerveza en los labios, meterte en la cama con las sábanas recién lavadas, sentir cómo te pican los brazos por el Sol, meter la mano en el río y sentir cómo se queda helada, estornudar sin contemplaciones, soñar con cataratas, confesar una duda, perseguir el momento exacto en el que empieza a oscurecer, montarse en una tirolina, meterte en un libro y llorar por esa mujer a la que le pasan tantas cosas, elegir una taza para el cumpleaños de una amiga, gritar y pedir perdón…

 

La lista es tan amplia como son mis propios sentires, mis propios anhelos, mis propios recuerdos, mis propias invenciones. Pero nada tan real, tan honesto, como un solo latido.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *