Visualización
Llevaba tres domingos yendo a esa cafetería cuando me di cuenta de que había una mujer que también la frecuentaba a la misma hora que yo. En realidad, cuando yo llegaba, sobre las doce del domingo, ella ya estaba ahí. Creía haberla visto los dos domingos anteriores, pero solo estaba seguro de que eso había sido así la última vez porque cuando yo me marchaba me dirigió una sonrisa lánguida. Aquel domingo, aunque estaba sentada en otro sitio diferente, enseguida advertí su presencia. Ella tardó un rato en verme porque estaba enfrascada en la lectura de un libro fino, cuyo título no llegué a distinguir. A veces, levantaba la vista de las páginas, se quitaba las gafas, miraba por el cristal que daba a un patio interior lleno de plantas y luego retomaba la lectura o escribía en un pequeño… Leer más »Visualización