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Cartas

Tanto

Nos conocimos una tarde en la biblioteca. Para los dos, eso quería decir algo; en realidad, lo quería decir todo. La primera planta de la biblioteca estaba en obras, así que coincidimos en el segundo piso. Los dos buscábamos algo de Fred Vargas También nos pareció que eso quería decir algo. Fuimos a tomar un café y hablamos de libros, de muchos libros. Se nos quedaron cosas por decir y repetimos ese café durante muchas semanas. Los libros no se nos acababan y nuestras conversaciones pedían siempre más horas. Algunos días nos besábamos y queríamos más, pero a la semana siguiente volvíamos a los libros, a los leídos, a los releídos, a los abandonados, a los prestados, a los olvidados, a los añorados… Estábamos mareados de palabras; tanto que a veces apenas si prestaba atención al significado de lo que… Leer más »Tanto

Transespecie

Yo era, cómo decirlo, una especie de chico de los recados. O un asistente, aunque en realidad, para qué negarlo, solo estaba allí para hacer lo que esas cuatro mujeres me mandaban. Esas cuatro mujeres eran mi madre y sus tres hermanas. Es decir, Carmen, Ángela, Conchi y Josefina. Se juntaban cada quince días en casa de Conchi para jugar a las cartas, básicamente al chichón, aunque también le daban a la brisca, al cinquillo y a la escoba. Se sentaban alrededor de la mesa redonda (siempre en los mismos sitios) y, sin hablar de nada, comenzaba la juerga. Daba igual que fuera un jueves, el día que habían elegido para celebrar sus particulares timbas, y que fueran las cinco de la tarde. Ellas empezaban sus partidas y ahí es donde yo entraba en juego. —Martín, a ver esos gin-tonics.… Leer más »Transespecie

Detrás de la palabra: Posdata

  Me costó vencer el pavor que sentía hacia las posdatas, pero desde que lo logré ya nunca he dejado de utilizarlas. Da igual que sea en cartas (pocas, casi no se escriben ya) que en correos electrónicos o en esa excentricidad nostálgica y adorable que son las postales. También cuando escribo notas, por pequeñas que sean, me gusta añadir una posdata. Es como un regalo extra, una dosis añadida de cariño. Porque yo las posdatas las suelo emplear así, de modo amable, no como mi jefe que, cada vez que me mandaba un correo electrónico, plantaba al final una posdata que yo llegué a denominar «posdatas asesinas», ya que siempre mataban o dinamitaban algo, ya fuera mi tiempo, mi humor o mi salud mental. Trabajaba en una agencia de seguros y mi jefe, como digo, enviaba muchos correos electrónicos,… Leer más »Detrás de la palabra: Posdata