Invitado
Se notaba que la cama era la de invitados. El somier crujía ligeramente, el colchón era blando y el edredón, demasiado grueso. Nada era como en mi cama, nuestra cama, mi excama. No la echaba de menos, esa es la verdad; tampoco a Natalia, que es quien se había quedado con la habitación (nuestra habitación, mi exhabitación), pero en las semanas que llevaba durmiendo en el cuarto de invitados me sentía, precisamente, así, como un invitado. O como si acabara de llegar a un sitio nuevo y todavía no me hubiera acostumbrado a las dimensiones del espacio, a sus olores. De hecho, mis cosas todavía estaban en cajas. Así me las había dado Natalia y ahí continuaban. Para poder poner mi ropa en el armario primero tenía que vaciarlo de viejos edredones, sábanas, pelotas de fútbol, cajas de zapatos, la… Leer más »Invitado