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Madre

Celebración

Voy a hablar de mi madre. De su presencia y de su ausencia. Pero vaya desde el principio que no se trata de algo triste ni desgarrador, más bien de unas pinceladas que me bailaban en la cabeza y a las que he decidido poner palabras. El pasado viernes 7 de febrero celebramos la presentación del libro La primavera de los cerezos, que recoge una selección de los relatos de este blog. He empleado el término «celebración» porque todos los que nos reunimos allí ese día mágico pudimos vivirlo con mucha emoción y alegría. Una fiesta para celebrar la literatura, el amor por las palabras, pero también el amor entre las personas. Sin eso, nada de lo demás tiene sentido. Hubo algunos ausentes y a los más importantes los mencioné en mis palabras iniciales. Mi madre, de la que nos… Leer más »Celebración

Guerra y paz

Llegué a casa de la abuela a las cuatro de la tarde. La ceremonia no iba a celebrarse hasta un rato después, pero yo había querido ir un poco antes para estar de nuevo sola en aquella casa donde me iba reconociendo en cada estancia, en cada esquina. Me la sabía de memoria y, sin embargo, ahora me parecía extraña, como si hubiera encogido al mismo ritmo que había hecho ella, sobre todo en los últimos meses, desde que ingresó en la residencia. La despedida pretendía ser algo emotivo pero alegre, aunque yo sabía que la muerte termina entristeciendo y que todos íbamos a acabar llorando. Me dirigí a la cocina, en la que tantos días de verano la abuela Roge nos había dado de comer a los nietos. Antes de entrar me apoyé en el quicio de la puerta… Leer más »Guerra y paz

Me llamo Remedios

Me llamo Remedios y tengo cuarenta y cinco años. Los mismos que llevo avergonzada de llamarme Remedios. Los mismos que llevo culpando a mi madre de haberme puesto el mismo nombre que mi abuela. La abuela Reme. La Reme. Reme. Todavía se me pone la piel de gallina cada vez que alguien me llama Reme. Cuando las letras de la palabra Reme quedan flotando en el aire y consiguen juntarse para formar ese vocablo humilde, de tan solo cuatro letras, empiezo a notar cómo los vaqueros se van deshaciendo, cómo la camiseta o el jersey o la prenda que en ese momento lleve puesta empieza a evaporarse poco a poco, a descorporeizarse, a hacerse humo, y en su lugar algo etéreo comienza a solidificarse. Y ese tránsito, como ensoñado, se hace real y de pronto me veo vestida con una… Leer más »Me llamo Remedios