Montaña rusa
La gripe me había dejado para el arrastre. Me dolían los huesos, los músculos y las articulaciones, me seguía sintiendo un tanto aturdido y las mejillas se me habían quedado flácidas. Me miré al espejo y, francamente, me di pena, mucha pena. Antes de la gripe tenía 55 años; dos semanas después parecía que me había echado cinco años encima. Me di una ducha larga para ver si entraba en calor y me afeité con cuidado. Luego me puse una crema que mi exmujer se había dejado en el armario del baño. Revitalizante, ponía. Sí, yo necesitaba justamente eso: revitalizarme. Había decidido reincorporarme al trabajo aquel viernes para ir cogiendo el pulso, así que me vestí para ir a la oficina, pero el traje parecía que había ensanchado. Las hombreras dejaban un espacio fantasmal entre la tela y mis hombros… Leer más »Montaña rusa