Detrás de la palabra: Posdata
Me costó vencer el pavor que sentía hacia las posdatas, pero desde que lo logré ya nunca he dejado de utilizarlas. Da igual que sea en cartas (pocas, casi no se escriben ya) que en correos electrónicos o en esa excentricidad nostálgica y adorable que son las postales. También cuando escribo notas, por pequeñas que sean, me gusta añadir una posdata. Es como un regalo extra, una dosis añadida de cariño. Porque yo las posdatas las suelo emplear así, de modo amable, no como mi jefe que, cada vez que me mandaba un correo electrónico, plantaba al final una posdata que yo llegué a denominar «posdatas asesinas», ya que siempre mataban o dinamitaban algo, ya fuera mi tiempo, mi humor o mi salud mental. Trabajaba en una agencia de seguros y mi jefe, como digo, enviaba muchos correos electrónicos,… Leer más »Detrás de la palabra: Posdata