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Relatos ortográficos

Gerundio

Leí hace poco un artículo del escritor Juan Tallón en el que decía que, por casualidad, había abierto una novela a voleo y que, en la página treinta y pico, había leído que uno de los personajes aprovechaba uno de sus pasos por el cuarto de baño para peinarse por enésima vez en el día. «La novela, también por casualidad, la había escrito yo mismo años atrás», dice Tallón. El personaje, que se llama Luca, estudia matemáticas y mantiene la teoría de que peinarse es una acción siempre en curso, nunca acabada. Dura toda la vida. «No puedes decir que estás peinado y que lo estás para siempre, de modo que al fin taches esa acción de la lista de los dolores de cabeza diarios». Tallón continúa explicando en el artículo que el peinado no es como el bautizo, o… Leer más »Gerundio

Rebeldía

—Yo es que soy un rebelde. —¿A tu edad? —Pues sí, qué pasa. —Nada, hombre, nada. No te veo mucha pinta de «rebelde», solo eso… —Has dado en el clavo. Precisamente de eso te quería hablar. De ese «solo»… —¿De qué «solo»? Más que rebelde, estás difuso… —Que difuso ni que difuso. Mira, cuando un hombre como yo ha cumplido con la sociedad y ha trabajado, se ha casado, ha tenido hijos, se ha comprado una casa y un coche, paga sus impuestos y hace regalos por Navidad, únicamente puede hacer una cosa. —Que es… —Que es rebelarse desde las palabras. Y qué mejor manera que rebelarse contra la vieja Real Academia. —Pero ¿de qué me estás hablando? No sé qué te ha dado. —Me ha dado que estoy harto de que nos mangoneen. —Hombre, me parece a mí que… Leer más »Rebeldía

A ti

A ti, que gustas de las palabras. A ti, que navegas entre las líneas evitando las grandes olas o buscándolas para que te mareen y te despojen de la parte de arriba del bikini. A ti, que buscas historias que te hagan soñar, que te saquen las lágrimas desde dentro, que te rescaten una carcajada que creías perdida. A ti, que te aferras a una metáfora mientras observas cómo el sol deja su último rastro tras la montaña. A ti, que puedes olvidarte de la cartera, pero no del libro. A ti, que buscas entre las letras hasta encontrar las que más brillan. A ti, que te duermes acunado por el rumor de las páginas. A ti, que nunca lees, pero te gustan las buenas historias. A ti, que a veces te haces un lío y no sabes dónde poner… Leer más »A ti

Cursiva y comillas en la piscina

El sol caía con toda su fuerza sobre la tumbona, pero a cursiva no le disgustaba, es más, le gustaba recibir toda esa luz y ese calor porque decía que le daba un brillo especial y la estilizaba aún más. Las comillas, sin embargo, descansaban a la sombra de un cerezo. Como eran españolas (aunque la gente las llamaba a veces latinas, angulares o de pico) rehuían el sol fuerte, ya que les quemaba los codos y luego se pelaban, y eso hacía un efecto malísimo. El recelo entre ellas era tan antiguo que en ocasiones, en tardes como esa, se diluía en la canícula. Una de las misiones de la cursiva era, al igual que el de las mayúsculas y las comillas, resaltar una palabra o grupo de palabras con un sentido especial. Se trataba de enfatizar, para que… Leer más »Cursiva y comillas en la piscina