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Sombra

Laberinto

Me interné en el laberinto como si fuera un juego. Estaba ahí, en mitad de esos hermosos jardines que rodean el palacio. Me pregunté cómo era posible que no lo conociera, que nadie me hubiera hablado de él, ni siquiera Darío, que es tan aficionado a ellos. Los laberintos siempre son atractivos, tienen ese lado mágico que nos lleva a tiempos remotos y olvidados; aquel estaba perfectamente cuidado. Sus paredes de seto eran mullidas y no permitían ver el otro lado; además, eran lo suficientemente altas para impedir que se pudiera mirar por encima de ellas. La última vez que me había adentrado en uno había sido un fiasco. El suelo estaba tan marcado de huellas que no había espacio para la imaginación, solo faltaba carteles de vez en cuando que dijeran: «Siga usted por aquí». El seto era tan… Leer más »Laberinto

La sombra

Un día, mientras la miraba fijamente, me di cuenta de que no me gustaba mi sombra. Y no me gustaba porque era como si no me correspondiera, como si fuera de otro y hubiera decidido abandonar a su dueño y pegarse a mí, no sé muy bien con qué finalidad, quizá para confundirme, quizá para llamar mi atención sobre algún aspecto que yo ignoraba en esos momentos. Estaba ahí, de pie, en medio de la acera, y la observé con detenimiento. Mi yo de la sombra era más bajo y más gordo y el perfil no encajaba. Me moví hacia los lados para ver si cambiando mi posición y la manera en que el sol incidía sobre mí la sombra cambiaba, pero apenas se inmutó. Esta es otra de las cosas que me hizo sospechar: era una sombra apenas alterable,… Leer más »La sombra