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Variaciones

El mínimo solar está en marcha, es decir, el Sol está atravesando una fase de baja energía. La última vez que ocurrió esto se denominó el mínimo de Dalton, entre los años 1790 y 1830, un periodo que coincidió con temperaturas muy frías en todo el mundo. Ahora no debemos preocuparnos por los efectos que podría acarrear un nuevo gran mínimo solar. La NASA ya ha explicado que, incluso si la reducción de energía solar durara todo un siglo, las temperaturas globales continuarían en aumento gracias al aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera debido a la actividad humana y al calentamiento derivado de ella.

Sigamos.

Un equipo de científicos de la NASA ha realizado un experimento de detección de rayos cósmicos, a resultas de lo cual hallaron partículas que podrían venir de fuera de nuestro universo. Aparte de este gran hallazgo, los investigadores señalan que podría haber evidencia de la existencia de un universo paralelo, donde las leyes de la física serían totalmente distintas.
Aunque hay opiniones científicas y no científicas para todos los gustos, hay quien señala que durante el big bang se generaron dos universos paralelos, pero que funcionan de forma inversa entre sí. Se trataría, pues, de un universo espejo, donde las leyes de la física funcionarían al revés, es decir, lo positivo sería negativo, la izquierda sería la derecha y el tiempo correría hacia atrás. Esto me encanta y le dedicaré quizá más espacio en este blog otro día.

Más.

Los indios macuxi, indígenas que viven en el Amazonas, se consideran los protectores de la Tierra interna, un lugar dentro de la Tierra donde coexistirían otros mundos y otros seres. Sus leyendas orales hablan de que quienes se introducían en la caverna para acceder al centro de la Tierra encontraban astros parecidos al Sol, seres gigantes, árboles y vegetaciones espléndidos y también lugares peligrosos.

Avancemos un poco más.

La corporación Neuralink, especializada en el diseño de interfaces cerebro-computadora, tiene previsto comenzar pronto a realizar pruebas con implantes cerebrales en humanos. La empresa señala que estos implantes tienen el objetivo de ayudar a que personas con enfermedades neurológicas recuperen sus capacidades gracias a la colaboración entre nuestro cerebro y la inteligencia artificial. Además, según exponen, de esta manera los humanos evitaremos ser dominados por las máquinas, ya que las controlaremos con el cerebro. Gracias a los implantes de Neuralink podremos controlar los aparatos electrónicos con nuestros pensamientos. Hay algún mal pensado que opina que con este invento se podrían hacer lecturas mentales de todos y cada uno de nosotros de tal forma que las grandes corporaciones y los gobiernos nos tendrían aún más controlados. Para tranquilizarnos, un directivo de la empresa señala que ya somos un poco cyborg, hasta cierto punto, debido a nuestra propensión a estar constantemente conectados a los ordenadores y teléfonos móviles y que, como en el futuro los humanos llegaremos a estar controlados por la inteligencia artificial, lo mejor es unirnos a ella cuanto antes.

Podría seguir, pero me detengo, un poco mareada por estas informaciones que de una u otra forma me han llegado estos días. A una le dan ganas de salir a explorar todas esas posibilidades, rozar con los dedos un universo paralelo, adentrarse en la Tierra hueca, incluso probar durante un rato qué se experimenta con un implante cerebral. Volar cerca del Sol aprovechando que está en un mínimo de energía y qué se yo cuántas cosas más…

Lo otro, lo de aquí, lo más cercano me produce a veces más pavor o, al menos, más inquietud. Zonas delimitadas en las playas y los parques para que cada uno de nosotros estemos en nuestro sitio sin tocarnos y perfectamente parcelados, como si fuéramos coches en un parking. Una especie de estacionamiento humano donde, mira por dónde, igual hasta nos venía bien ese chip para no tener que hablarnos y poder comunicarnos solo con el pensamiento.

En fin, en esta loca asociación de ideas que me asalta, me viene a la cabeza la palabra «ordinario». La vida tiene muchas caras. También las palabras. Cuando alguien dice «ordinario» solemos vincularlo a algo o alguien vasto, chabacano, sin clase. «Es una ordinaria. Eso es una ordinariez». Yo voy a echar un cable a este término y a reivindicar lo cotidiano, lo ordinario, lo común, lo que sucede habitualmente.

A pesar de que a muchos de nosotros nos gustan las nuevas experiencias, los nuevos lugares, las nuevas personas, los nuevos proyectos y las nuevas vivencias porque nos nutren el alma y nos ensanchan el propio latido, hoy viernes reivindico el abrazo ordinario, el beso ordinario o la cerveza ordinaria compartida con los amigos ordinarios. O cualquier otra cosa común y aparentemente sin importancia como un rato de sol en la cara, un pincho de tortilla, unos labios que sonríen sin necesidad de mascarilla o la luz de un rayo en medio de la tormenta de una primavera que roza con suavidad los bordes del verano.

Y en medio de los días que siguen siendo raros, surge lo extraordinario dentro de lo ordinario. Basta mirar en el buzón para descubrir, relumbrosa e inesperada, una carta manuscrita de un amigo. Tres folios de tinta azul llenos de bellas palabras. La firma M., quien, sin saberlo, me ha hecho un grandísimo y oportuno regalo porque esta carta me confirma que hay corrientes que no necesitan de mundos paralelos o tal vez sí, precisamente, como si el tiempo corriera hacia atrás.

Una carta manuscrita, algo anticuado y pasado de moda, de otro tiempo, llega viva y exultante para dar calor a un buzón metálico y solitario y a unas manos y unos ojos que la reciben como lo que es: un objeto alquímico capaz con todo su amor y su sencillez de transformar lo negativo en positivo o, lo que es lo mismo, cierta tristeza en alegría y cierto desaliento en esperanza.

Gracias, querido M., por este magnífico puente que hace vibrar las almas.

 

1 comentario en «Variaciones»

  1. Usando (mal, lo sé, el uso del gerundio pero, qué quieren, a mí me gusta) la terminología anglosajona, frente al «special one», reivindicación del «regular one»

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